Saturday, August 22, 2015

Perder la forma humana.

El cuerpo, el alma, la conciencía, y que debemos alimentar mas de estas tres definiciones ha sido uno de mis mas grandes incógnitas de esta vida y cuando lo voy entiendo me hice viejo, en fin así es la vida.

Alrededor de 2 años fuí invitado a participar con un grupo de meditación hindú aquí en Toronto y les comento que fue muy interesante pero no podía alcanzar el estado de conciencia o de desconección de ésta con el cuerpo, hasta que un día leyendo el National Geography encontré, de manera mas metodica, y lo hice varias veces. Muy interesante experiencia, nada de drogas y tuve que ser vegetariano y dejar el vino y cerveza para evitar enlaces con la tierra. Después de encontrar la manera empecé a sentir la materia y la energía como persona. Sinceramente lo tuve que dejar, me estaba alejando del mundo en que vivo y de mi circulo de amistades y seres cercanos, y no falto la persona que me advirtio que me volvería ¨Looser¨, un termino no de perdedor sino de aislado de esta sociedad consumista.

Me alejé de la meditación porque siendo Yo de tendencia liberal concluí que me provocaría más conflictos que beneficios, pero al haberla practicado me acercó con más convicción hacia la derecha y a lo concervador. Empecé leer otras religiones o filosofías como la Judía y la Musulmana y encontré nuevos cambios y formas de pensamiento, pero esta parte no lo voy a comentar, al menos en este post.

Me alejé pero no tenía un escusa que a mí me gustara para explicar ese alejamientoa mis conocidos, hasta que encontré el siguiente post en el blog rincon del alma:


Conocí a la pintora Miie Tamaki durante un seminario sobre Energía Femenina. Le pregunté cual era su religión. - Ya no tengo religión – respondió.
Notando mi sorpresa, me explicó:

- Fui educada para ser budista. Los monjes me enseñaron que el camino espiritual es una constante renuncia: tenemos que superar nuestra envidia, nuestro odio, nuestras angustias de fe, nuestros deseos.
Conseguí librarme de todo esto hasta que un día mi corazón quedó vacío: los pecados habían desaparecido, y mi naturaleza humana también.
Al principio me puse contenta, pero pronto comencé a darme cuenta de que ya no compartía las alegrías y pasiones de las personas de mi entorno. Fue entonces que abandoné la religión: hoy tengo mis conflictos, mis momentos de rabia y desesperación, pero sé que estoy otra vez cerca de los hombres – y, por eso, cerca de Dios.

Kagawichiko, Japón



Ahora estaba seguro que no había sido tan mala mi decisión.